Mi amiga y compañera de la biblioteca, reparte su tiempo con los más necesitados de su pueblo Zeneta. Y allí me fui con ella a compartir con sus chicas algo con lo que disfruto.
El idioma era una gran barrera, aunque muchas hablan español y otros idiomas, había otras mujeres que les costaba más trabajo. Todas eran musulmanas.
Lo bonito de esta experiencia, es que lo que empezó siendo una tarde normal terminó con besos (tres, ellas dan tres), abrazos y muestras de cariño, por parte de las mujeres y de las niñas que había allí.
Cómo gratifica el contacto con otras culturas, las ganas que le pusieron a estar toda la tarde doblando hojas y lo bien que lo hicieron.
No dejan de sorprenderme niños y mayores en mis talleres, como se buscan los recursos, cuando partimos de la base que el material es reciclado. Se nos acabó la purpurina, y una mujer cogió una tiza de color, embadurnó de cola las hojas plegadas y raspó por encima para darle color a su árbol de navidad. ¡que bien!, pensé son autenticas ecocreativas.
Y lo mejor, los resultados de los árboles de Navidad, distintos entre ellos pero con la caracteristica de su paciencia, su trabajo y su creatividad. Aquí os dejo una muestra de lo que hicieron